martes, 12 de junio de 2007

NARRATIVA:FERIAS Y FIESTAS

La palabra “fiesta” procede del latín “festa”. En el diccionario de la lengua española aparece con diversas acepciones. Quizás la más común sea la primera: “Ocasión en que se reúnen varias personas para celebrar un acontecimiento o para divertirse”. Si buscamos el término “feria”, entre otros significados, también aparece como “fiesta popular que se celebra en una localidad cada año en las mismas fechas”. En este sentido, demos la bienvenida a todas las ferias y fiestas que se avecinan con motivo de la celebración del verano, y la enhorabuena, en especial, al pueblo de Campillos que en estos días celebra sus ferias coincidiendo con la festividad de la virgen María, pues en ninguna de ellas falta el emblema del santo, alcanzándose de esta manera la simbiosis perfecta entre algarabía y religiosidad.
Desde los tiempos más remotos los gobernantes, incluso más impasibles, sabían de la necesidad de sus pueblos de organizar sus propias fiestas y homenajear a los dioses. Los cultos a la fecundidad ocupaban un gran lugar en las religiones naturales, pues de ellos dependía la propia supervivencia. El sol era un elemento fundamental en la cultura de las primeras sociedades paganas y agrarias, ya que, gracias a él, las cosechas renacían en primavera.
La herencia cultural que recibimos en Occidente se la debemos a tres afluentes que convergen en el Imperio Romano: la religión de Mitra, cuyo dios era adorado en Irán desde el año 1000 a.C.; las fiestas de Saturno, celebradas por los romanos y llamadas Saturnalias, que se caracterizaban por sus festejos y banquetes; y el culto solar de los pueblo nórdicos europeos, también festejado en Roma, en que se adoraba al “Sol Invictus”, dios Sol Invencible, para pedir un nuevo año de luz y calor. En Grecia el culto a Dionisos se repartía en cuatro festividades, dos en invierno y dos en primavera.
También el deporte en la antigüedad estaba estrechamente vinculado con las fiestas de los pueblos. Su origen y práctica datan de tiempos remotos. En los Estados Griegos los juegos se desarrollaron en homenaje a sus dioses y periódicamente celebraban fiestas deportivas, las más famosas en homenaje a Zeus en Olimpia desde el II milenio a.C. Mientras se desarrollaban las fiestas se establecían treguas entre los pueblos que sostenían guerras. Los juegos Olímpicos duraban cinco días. Las fiestas no sólo eran deportivas, era un centro de reunión de todo el universo griego, encuentro de hombres e ideas. En el primer día de los juegos se celebraban sacrificios, procesiones y diversas ceremonias religiosas, y los juegos propiamente dichos comenzaban el segundo día.
Por otra parte, el despertar del comercio fue un acontecimiento paralelo al despertar de la vida urbana. La práctica mercantil puede fecharse para el conjunto de la Europa cristiana con posterioridad al año mil. Comenzaron a desarrollarse las ferias. Se trataba de encuentros de mercaderes en fechas fijas y en lugares señalados. Los más importantes fueron los de la región francesa de Champagne. Con la evolución de la banca y de la actividad comercial surgen pujantes ferias en Amberes, Ginebra o Lyón. En este capítulo hay que incluir a las de Medina del Campo creadas a comienzos del siglo XV. Junto a la gran diversidad de productos, en especial de lanas, en una época sacralizada como aquella, resulta comprensible entender que la ciudad estuviese bien armada para satisfacer la demanda de primerísima necesidad para la oferta de lo religioso, servicios sacros y toda clase de productos exigidos por la religiosidad popular, fiestas, diversiones, sermones.
Se produce así el entronque entre lo religioso y lo comercial. En las fiestas la gente cantaba, reía y se sentía esperanzada. Han pasado muchas lunas y aún aplaudimos la llegada de las fiestas con la misma fe. Para muchos es un tiempo para el olvido de las preocupaciones cotidianas, para romper con la fatiga del trabajo diario, para vivir, aunque solo sea por unos momentos, abandonados al impulso del presente. Para otros, una manera de seguir conmemorando a Dios. Pero para todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, la palabra “fiesta” es una palabra mágica, la que expresa como ninguna otra el sentir y la alegría de todo un pueblo. Recordemos nuestra infancia, caminando de la mano de nuestros padres entre los cacharros de la feria o ilusionados de tómbola en tómbola. De nuestra adolescencia y primera juventud todavía nos queda bastante de aquella fuerza, aquella pasión con que nos entregábamos a la vida, y en algunas noches de feria, noches de verano, sin duda, muchos de nosotros nos rendíamos al amor. Detrás de la cortina de los años, algo se enciende aún en nuestro corazón cada vez que se aproximan las fiestas. Y hacia ellas caminamos juntos, fuere cual fuere nuestra edad o condición, porque nosotros, sin duda alguna, somos el alma de las fiestas, una multitud en algarabía que significa “vida”.
Otra de las acepciones de la palabra fiesta es vacaciones. En estas vacaciones que muchos disfrutamos en tiempo de verano, y que tanto nos merecemos, les deseo, igual que en sus ratos de fiesta, mucha alegría. Y para ustedes estos versos:

Es el tiempo de las horas felices,
de la belleza en la plaza y de la aurora en las fuentes.
Y cuando quede atrás el peso de las profundas contradicciones,
sólo esta dicha será un tesoro en el diván de mi memoria.

Ana Herrera

Emitido en La Firma de la Cadena Ser Costa del Sol y Amicam radio Campillos. Publicado en el libro de “Ferias y Fiestas” de Campillos. Agosto 2004.

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