



Entonces le conté toda la verdad. Cual no sería mi sorpresa cuando dijo que me apoyaría en todo lo que hiciera falta. Me levanté, cogí el libro de mi poeta preferido, un portugués llamado Pessoa, y se lo entregué a Manu sin comprender del todo el porqué, Va alta en el cielo la luna de la primavera. Pienso en ti y dentro de mí estoy completo. Corre por los vagos campos hasta mí una ligera brisa. Pienso en ti, murmuro tu nombre y no soy yo: soy feliz.
Nos paramos en mitad del saloncito y, de pronto, Manu se acercó a mí y susurró unas palabras en mi oído. Quise reconocer los versos de Pessoa, El amor es una compañía. Ya no sé andar solo por los caminos porque ya no puedo andar solo.
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