domingo, 7 de octubre de 2007

80 ANIVERSARIO DE LA GENERACIÓN DEL 27 EN LA CADENA SER COSTA DEL SOL Y AMICAM RADIO CAMPILLOS.

Repaso de los poetas que conforman la generación centrándose, sobre todo, en los poetas malagueños o vinculados a la ciudad de Málaga.
Es el caso de
Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y José Moreno Villa, nacidos en Málaga;
José María Hinojosa, nacido en Campillos.
María Zambrano, poeta filósofa de Vélez Málaga;
Jorge Guillén, vinculado a la ciudad en su vejez, tras el exilio, y en su muerte;
Vicente Aleixandre, que aquí vivió su infancia y a Málaga dedicó su maravilloso poema “Ciudad del Paraíso”.
Se recuerda para todos los lectores de esta página el poema de Vicente Aleixandre.

CIUDAD DEL PARAÍSO
A mi ciudad de Málaga.

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.

Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
mecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.

Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos.

Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la luna eterna que instantánea transcurre.

Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mar alentando como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!

Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad en él volabas con tus alas abiertas.


Repasó después la nómina de poetas del 27, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, José Bergamín –vinculado al grupo en el campo ensayístico-, Juan José Domenchina, Pedro Salinas, y los poetas andaluces, Fernando Villalón, Luis Cernuda, Federico García Lorca y Rafael Alberti. No faltó en esta lista la otra nómina, la de escritoras, poetas, filósofas y pintoras que, posiblemente por su condición de mujer, siempre han quedado en el olvido: María Teresa León –escritora, casada con Alberti-, Rosa Chacel –escritora-Ernestina de Champourcín –poeta, casada con Juan José Domenchina-, Concha Méndez –poeta, casada con Manuel Altolaguirre-, Josefina de la Torre –poeta-, Cristina de Arteaga –poeta y monja-, la anteriormente citada María Zambrano –nuestra poeta filósofa de Vélez Málaga-, y la pintora Maruja Mallo. Muy vinculadas al 27, aún podríamos citar los nombres de Zenobia Camprubí y María Lejárraga. El punto más fuerte de vinculación del grupo fue su intensa amistad.
Concluyó la colaboración de Ana Herrera en la radio recitando uno de sus poemas editado en Walläda VI.
Si queréis leer su poema “Amanece sobre mi piel” –primer premio del certamen “José María Campos Giles” de Campillos 2002-, podéis encontrarlo en su bitácora.

AMANECE SOBRE MI PIEL

Hoy he visto amanecer sobre la tierra.
He abierto de par en par las hojas de mi ventana;
era como si el mundo quisiera entrar en mi casa,
en mi cuarto, sobre mis paredes pintadas de color,
sobre mis sábanas blancas,
sobre mi colchón de amores viejos.
Hoy he visto amanecer sobre la tierra.
El sol radiante iluminaba mi cara
y amoroso el viento acariciaba mis cabellos negros,
como si las olas del mar salvaje jugaran,
jugaran y enredaran mi cuerpo entre su blanca espuma.
Hoy he visto amanecer sobre la tierra
y he sentido la energía del universo
bañar mis carnes desnudas
y he querido parar el tiempo, hacer eterno este instante
que, efímero y fugaz, ha volado hacia el mar de los recuerdos.
Hoy he visto amanecer sobre la tierra.
He cerrado las hojas de mi ventana abiertas de par en par
y he vuelto a vivir mi historia cotidiana,
pero hoy mi alma lucirá un traje de gala
bordado en blanco y oro
y cuatro pajes galantes saldrán de sus cuentos de hadas
para poner a mis pies sin alas una alfombra de alto vuelo.
Hoy he visto amanecer sobre la tierra,
de esta tórrida mañana veraniega, del cálido junio primerizo,
y he querido atrapar el tiempo
sobre mi piel bronceada de besos,
sobre mi pensamiento fogoso,
sobre mi espíritu tierno, inquieto...
Hoy he visto amanecer sobre la tierra,
y sólo ha sido eso, y mucho más,
¡Cuántas sensaciones vivas!
Camino hacia el escritorio.
Llevo mis versos en la mirada ausente.
Mi voz se hace palabra. La palabra pinta el lienzo.
Mi voz se hace palabra en las páginas de un tiempo por nacer.

"Cuatro rosas y un sueño", por Ana Herrera Barba

E-BOOK
Un enfoque histórico, un trasfondo de exotismo, cuatro mujeres de otro tiempo, cuatro rosas que nos hablan desde el ayer para hacernos reflexionar sobre el presente más cercano. Cuatro mujeres que sintieron las mismas inquietudes de la mujer actual, que se entregaron a sus sueños y al amor, y que padecieron el dolor sobre sus almas de violeta. La primera es la voz de una mujer del antiguo Egipto, que dejó grabada su historia sobre una losa de piedra que se encuentra en el Museo Británico de Londres. La segunda, Hipatia, la última directora de la Biblioteca de Alejandría, primera filósofa y científica de occidente, lapidada en su ciudad en el 415 d.C. Walläda, la última princesa del califato Omeya de la ciudad de Córdoba; vivió en el siglo XI, y fue una mujer rebelde y una excelente poeta. Mumtaz Mahal, la mujer que inspiró la construcción del Taj Mahal, esa maravilla de la arquitectura moderna que Tagore bautizó como “Una lágrima en la mejilla del tiempo”. Cuatro relatos y cuatro poemas que nos desvelan las voces de ayer que no son sino las voces de hoy y las voces del mañana.